Queridos hermanos, hermanas y cofrades, recibir un cordial saludo de Paz y Bien. Parece mentira que haya pasado un año desde que me dirigí a vosotros para saludaros y desearos una cuaresma plena, esta época del año donde se nos invita a reflexionar, pensar y recordar la celebración del Triduo Pascual, Pasión, Muerte y Resurrección.
Ahora llegan esos momentos tan especiales y tan ansiados para todos los creyentes y cofrades, donde podemos observar en todas las casas de hermandad la limpieza de orfebrería, preparación de túnicas, fundir cera, contratación de bandas, presentación de carteles anunciadores de nuestras hermandades, pregones, actos de veneración que han cuidado hasta el último detalle, tanto en los montajes de altares de cultos como en la liturgia.
En sí, llega el momento tan ansiado por todos nosotros, nuestra Semana Mayor a la que tanto nos gusta cuidar y de la que tanto disfrutamos pero ante todo y sobre todo, poder vivir la celebración del Triduo Pascual, que da sentido a todo lo anteriormente expuesto.
Este año tenemos la enorme gracia y bendición de vivir un Año Jubilar. El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma ha expresado lo siguiente: “Hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin
pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia”.
Por ello, que está cuaresma seamos verdaderos Peregrinos de Esperanza, y nos mantengamos con el corazón siempre lleno de esperanza, esa esperanza que nunca defrauda. En todas nuestras hermandades debemos tener muy claro los 3 pilares básicos que deben guiar nuestra personalidad, y que jamás podemos perder de vista ni descuidar, ya que constituyen la base de nuestra vida cristiana: la celebración de la Eucaristía, la constante Formación y la Caridad.
Las hermandades y cofradías de la ciudad de Almeria, tienen en su identidad propia la constante Caridad aunque no vayamos con los altavoces publicitándolo, ya que quienes tienen que saberlo son sus propios hermanos. Pero aún así, tenemos que dar ejemplo y estar presentes en la ayuda a los más necesitados. Creedme que no hay hermandad que no trabaje en la Caridad. Recordad las Sagradas Escrituras: “En verdad os digo que en
cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis”. (Mt 25:40).
He tenido la oportunidad de asistir al II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular celebrado en la ciudad de Sevilla el pasado año. Allí, he tenido la gran suerte de ver en primera persona como la Iglesia Católica, la Santa Sede y el Papa Francisco apoyan y comprenden la Piedad popular. Eminencias y prefectos del Vaticano expertos en la materia estaban allí. Viví en primera persona como la Iglesia Católica ama la Piedad
Popular.
Por eso, os digo que viváis plenamente vuestra fe, que la sintáis y que seáis nazarenos del Señor y de María Santísima. El año pasado preguntaba si estamos lo suficientemente preparados para acompañar a Cristo hasta su muerte, si nos acordamos del enfermo desamparado, de los pobres de corazón, de nuestros hermanos necesitados y si somos dignos de vivir estos Misterios que en pocos días tendremos en todas nuestras parroquias.
Yo tengo plena certeza que sí.
Acordémonos en esta Semana Santa de todos aquellos que luchan por la paz en el mundo, de aquellos y aquellas que dan su vida por decir a viva voz que son hijos de Dios. Llenemos nuestras iglesias los días santos al igual que llenamos nuestras calles, vivamos en plenitud nuestra fe ya que tenemos la gran fortuna de poder hacerlo y no ser perseguidos por ello.
Estoy seguro de que tendremos el compromiso todo el año con nuestras hermandades, parroquias, nuestra sociedad más cercana y sobre todo con Cristo y que no lo abandonaremos cuando el Señor de la Vida, atraviese el dintel de su parroquia para ser venerado por sus fieles hasta el año siguiente.
Finalmente, la Agrupación estará siempre apoyando y guiando vuestro caminar, un caminar de cirios encendidos, capirotes, túnicas y costales; de rezos, de plegarias y de cantos, todo ello acompañado por una música que sale del alma. Vivamos una cuaresma plena, llena de fe, oración y caridad, nunca dejéis de lado la caridad, pues es la base de nuestra fe cristiana. Vivamos una Cuaresma que nos complete y nos haga crecer en nuestra fe y nuestro crecimiento espiritual.
Me despido dando fuerzas a todos, invitándoos a que viváis cada segundo, minuto, hora de esta Cuaresma con vuestros hermanos y hermanas, que disfrutéis de vuestros cultos con la misma ilusión del primer día, que nuestra Semana Mayor haga mella en nuestros corazones y que recordéis siempre que SOMOS IGLESIA.
Un abrazo en el Señor y en María Santísima.
José Rafael Soto Matías